viernes, 12 de agosto de 2011

CAP. 15

A un hotel al lado del mar. Un hotel precioso, con vistas a la playa y al Océano Pacífico, a una habitación tan lujosa que se quedó boquiabierta, pensando que alguien la debió diseñar con el objetivo de tentar a los sentidos. Estaba decorada en ricos colores crema, rojos y oro. Los muebles también eran preciosos. Había un salón, con moqueta roja, dos sofás de cuero color crema y una mesa de café en una esquina, con un balcón que daba al Océano Pacífico. Si se pulsaba un botón que había al lado del interruptor de la luz, el balcón se cubría con unas cortinas casi transparentes, que daba una sensación de sensualidad e intimidad. La habitación no era tan sutil. La moqueta era de color crema, y muy tupida. La cama estaba cubierta con un edredón de terciopelo rojo, con unas sábanas de color crema debajo. No es que _____ viera las sábanas a primera vista, averiguó su color al ver el de las fundas de las seis almohadas que había apoyadas en el cabecero. ¿Sábanas de satén y seis almohadas? _____ todavía estaba moviendo de lado a lado la cabeza, cuando entró en el baño. Casi se le salen los ojos de las órbitas cuando vio las arañas de cristal, la grifería de oro y la bañera que iba de pared a pared, con un inmenso ventanal. Tom, que había observado todos sus movimientos en silencio, se colocó detrás de ella, le puso las manos en los hombros y la echó hacia atrás. Ella se puso tensa inmediatamente. Le intimidaba la posibilidad de hacer el amor a plena luz del día.
-¿Qué te parece? -le preguntó él, con suavidad, mientras le besaba un lóbulo de la oreja.
-Es... es muy bonito.
-Pues por la noche es incluso más bonito -le murmuró Tom al oído-. Más romántico.
-¿Ya has estado aquí antes, verdad? Con una de esas mujeres.
-No, no he estado -negó él-. Pero Harvey sí. Me habló de este sitio cuando le llamé esta mañana y le conté cuál era la situación entre nosotros dos.
-¿Y qué dijo? De nosotros, quiero decir.
Tom soltó una carcajada.
-No pareció sorprenderse. La verdad _____, todo esto ha sido maquinado por Wilma. Anoche le pidió a Harvey que se acercara a ti. Y no es que él no quisiera. Es más, estaba más que dispuesto a seguir adelante si yo no hubiera reaccionado como Wilma esperaba.
Aquello sorprendió a _____. Sabía que Wilma había estado intentando que se liara con Tom, pero implicar en todo ese asunto a Harvey era un poco demasiado. Y se lo dijo.
-Wilma tiene otros motivos, por los que quiere vernos juntos, así -le explicó él-. Esa mujer es muy ambiciosa. Siempre ha querido ser algo más que la secretaria de Kaulitz Property. Quiere más responsabilidades, y para ello quiere que el jefe se interese en otras cosas que no sean el trabajo. Casarse con una persona como tú supondría interesarse por esas cosas...-
Empezó a desabrocharle los botones de nuevo, pero esta vez ella no le dijo nada. ¿De qué hubiera servido? En el fondo estaba deseando que la desnudase, tanto lo deseaba que estaba temblando por dentro. Ella se quedó quieta, mientras le iba quitando toda la ropa, agradeciendo que no hiciera intento alguno por besarla o acariciarla mientras se la quitaba.
Cuando se quedó desnuda delante de él, sus ojos estaban dilatados, la piel le quemaba y el corazón le latía a cien por hora. Pero al verlo a él todo vestido, de pronto se sintió tímida. La tentación de cubrirse con las manos fue muy fuerte, pero se aguantó, y se quedó allí, delante de él, aunque con los puños apretados a sus costados.
-Eres maravillosa -le murmuró él, con los ojos entrecerrados. Cuando le acarició las puntas de los pechos, ella gimió de placer.
-Dios, _____, ¿tienes idea de cuánto te quiero?.- Ella se quedó mirándolo, incapaz de pronunciar una palabra.
-Quiero tenerte ahora -continuó diciéndola, agarrándola entre sus brazos-. No puedo esperar. Lo único que te puedo decir es que no había sentido esto nunca por una mujer antes. No puedo controlarme tanto como lo hice anoche. De verdad, tuve que nadar hasta agotarme para no cometer una locura. Pero esta vez no -le dijo, mientras se la llevaba a la cama-. Esta vez va a ser rápido. No quiero hacerte daño. No quiero asustarte. Pero ha de ser así. No digas que no.-
Pero no esperó a que respondiera. La puso boca abajo en aquella cama inmensa, abrió sus piernas y la acarició durante unos segundos. Ella se puso tensa, cuando oyó que él se estaba quitando la ropa. Pero con la tensión, también se sintió excitada. Se sintió desfallecer, sólo de imaginarse la escena, ella tumbada, con las piernas abiertas, encima del edredón de terciopelo rojo. Cuando la penetró, gimió y clavó las uñas en el edredón, mientras él se metía cada vez más dentro. Y empezó a moverse para arriba y para abajo. Durante unos segundos sintió un placer muy intenso, pero de pronto todo se acabó, dejándola suspendida en un punto que descubrió era muy placentero. Y se quedó allí tumbada, saboreando aquella sensación, feliz y contenta porque no hubiera acabado todo para ella. Oyó el agua del baño. A continuación él la tomó en brazos y se la llevó a la bañera. La sensación del agua caliente fue deliciosa. Se la acomodó entre las piernas y cuando ella lo miró a la cara, quedó sorprendida al ver que la estaba mirando con ojos de preocupación.
-¿Te ha molestado? -le preguntó, con el ceño fruncido.
-Ha sido un primer plato, magnífico -le dijo mientras se abrazaba a él-. ¿Qué hay de segundo?
Él se empezó a reír. -Eres la mujer más maravillosa, bonita, sensual y generosa que he conocido. ¡Nunca se puede uno cansar de ti!
-Me alegra oírte decir eso -dijo ella, un poco sorprendida por su propio atrevimiento. Era una parte de ella que no sabía que existiera, una parte muy erótica. ¿La habría corrompido Tom? ¿O sería aquel lugar?
-Ponte aquí -le dijo él, y la dejó donde había estado sentado, mientras se acomodaba al lado de la ventana. Al principio no le gustó perder el contacto con él, pero de pronto él agarró la esponja y empezó a frotarle los pies, luego las piernas, las rodillas y lentamente fue subiendo cada vez más. El corazón de _____ latía cada vez con más fuerza, cuando se dio cuenta de cuáles era sus intenciones y qué era lo que iba a hacer. Una cosa había sido en una habitación oscura, pero allí en el baño, a plena luz del día. Tragó saliva varias veces, mientras él lavaba sus intimidades, pero cuando dejó la esponja y la besó, ella cerró los ojos. Arqueó su espalda y echó la cabeza para atrás, dejando que su pelo acariciase la superficie del agua. No debería estar haciendo esto, se decía a sí misma. No pasa nada, es tu marido, le decía una vocecilla por dentro. Pero ya era demasiado tarde como para arrepentirse. Con los ojos cerrados se dejó llevar por las sensaciones. No podía luchar contra esos sentimientos. No podía luchar contra él. Oh Dios....
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_____ Y Tom estaban sentados a la mesa, desayunando. Ella con el albornoz, él en calzoncillos blancos, cuando sonó el teléfono. Aquel sonido les pareció tan extraño, después de aquellos dos días, que se miraron sorprendidos.
-Probablemente sea de recepción -dijo Tom-. Les llamé cuando estabas en la ducha, para que prepararan la cuenta. A lo mejor quieren saber cuántas botellas de champán nos hemos bebido.- Tom se levantó y se dirigió, con pies descalzos por la moqueta roja, a responder el teléfono. _____ lo miró con admiración, pensando que ya no le intimidaba tanto el tamaño de su cuerpo Ni siquiera su comportamiento tan autoritario la intimidaba. Tenía la sensación, de que en el futuro, cuando le diera alguna orden, o la mirara con desaprobación, no se pondría a temblar de miedo, sino que se sonreiría por dentro. Porque en realidad este marido que tenía ladraba, pero no mordía. Pero debajo de aquella agresiva y a veces complicada personalidad, había una persona amable y considerada, que no siempre lograba ocultar. _____ pensó que nunca más iba a tener miedo de él.
Sus pensamientos fueron interrumpidos, por los gritos que daba él al teléfono.
-¿No podías haber solucionado eso por ti misma, Wilma? No creo que dar una fecha para una oferta pueda ser clasificado de urgente.
Cuando _____ lo miró un poco sorprendida y quizá como recriminándole su comportamiento, él le guiñó un ojo, mientras continuaba criticando a Wilma.
-Supongo que no tendré más remedio que suspender mi luna de miel e ir a la oficina cuanto antes –le dijo, mostrándose impaciente-. Si así es como me demuestras que sabes tomar decisiones, me parece que tendré que volver a considerar la idea de ascenderte. No, no, ya es demasiado tarde. Ya he perdido fe en ti. Estaré allí a la una. Y por favor mira a ver si puedes estar en la oficina, y no comiéndote uno de esos horribles sandwiches de queso que te gustan tanto.- Y colgó, y le dirigió una sonrisa maliciosa. _____ estaba horrorizada. Ya había decidido ir a la oficina de cualquier forma, después de dejarla en casa, por la mañana.
-Tom, eso ha sido una crueldad -le dijo, cuando él se sentó a la mesa, sonriendo aún con maliciosa satisfacción.
-¡De eso nada! -gritó él-. Esa manipuladora necesita que alguien le diga las cosas claras. Todavía no la he perdonado que te vistiese como una fulana y luego enviara a Harvey para que me diera celos. Esa mujer es insidiosa.
-Te gusta-señaló _____, un poco indignada-. ¡Ya mí nadie me arregló como a una fulana! Estaba muy guapa.
-Debajo de aquel vestido no llevabas nada.
-¡No es verdad! Lo único que no llevaba era sujetador.
-Contigo, eso es suficiente para que un hombre se le pongan los pelos de punta. Por no mencionar otras partes de la anatomía humana.
-No seas tan grosero -contraatacó ella, agitada cuando sintió que sus mejillas se sonrojaban. Era increíble, sólo un minuto antes había pensado que Tom ya no iba a ser capaz de desconcertarla de nuevo. Pero estaba confundida-. Creí que te gustaba mi cuerpo -le dijo ella, con un tono un tanto infantil y triste.
-Y sabes perfectamente que me gusta. ¿Por qué crees si no que no te he dejado que te vistieras estos dos días? Y ahora que me doy cuenta, ¿qué haces con ese albornoz encima? ¡Quítatelo ahora mismo!
-No, no lo haré -le contestó ella indignada, decidida a no comportarse como si fuera la esclava de sus deseos, incluso aunque antes hubiera disfrutado con ello-. Ya que has decidido que se ha acabado la luna de miel, no me voy a sentar más desnuda a la mesa contigo.
El entrecerró los ojos de forma amenazante, y ella tembló por dentro. Pero estaba decidida a no exteriorizarlo.
-Me gusta mucho hacer el amor contigo, Tom -le dijo intentando no tartamudear-. Pero hay un momento y un lugar para todo. A Bill no le hubiera importado que me hubiera convertido en tu esposa de verdad, pero no le hubiera gustado que me corrompieras.
-¿Corromperte? ¿Crees que estar desnuda con tu marido es corromperte?
-Hay formas de estar desnuda y formas de estar desnuda -le respondió, dándose cuenta de que se estaba empezando a excitar-. Y hay maridos y maridos. Sé perfectamente que tú no me amas, pero sí me gustaría sentir eso cuando estamos en la cama, me gustaría sentir que estamos haciendo el amor. Quiero sentirme como si fuera tu esposa, no una puta!!!


HAY CAP. EN CONFECIONES!!! ESPERO Q LES GUSTE ;)

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