miércoles, 17 de agosto de 2011

CAP. 19

Cuando _____ se despertó con dolores durante la madrugada, su primera reacción fue de incredulidad. Eso no podía estar sucediendo de nuevo. Pero era cierto. El dolor era conocido.
-¡Oh, no! -se quejó en voz alta, con los ojos bañados en lágrimas-. No... -se cubrió la cara con las manos atenazada por el miedo y la consternación. Tom se despertó inmediatamente y rodó hasta su lado para tomar sus manos.
-¿Qué sucede?- Preguntó con ansiedad-. ¿Estás enferma?
-El bebé -sollozó-. Es el bebé. ¡Oh, Dios...!
-¿Estás sangrando?
-No... no lo sé -logró decir ella, demasiado aterrada para mirar. Tom encendió la lámpara de la mesilla y echó a un lado la ropa.
-No, no estás sangrando -murmuró, y volvió a cubrirla-. Trata de tranquilizarte. Voy a vestirme y llevarte al hospital. Puede que sólo sea una falsa alarma.
Se vistió todo lo rápido que pudo y, a continuación, le puso a ella una de sus batas más cálidas y la metió en el coche. En ese momento, ella se quejaba constantemente del dolor, que era terrible, mucho peor que la última vez.
-Aguanta, _____ -le dijo-. Aguanta -pero estaba muy preocupado y pálido
A _____ la consumía la ansiedad. Comenzó a pensar que todo había sido culpa suya, que nunca debería haber insistido para que hicieran el amor, nunca. Ahora podía perder lo único que Tom podría querer con todo su corazón. Su hijo... No fue su médico el que la examinó al llegar al hospital, sino un ginecólogo que estaba allí para asistir a un parto. _____ a esas alturas sufría tal dolor que no era consciente de todas las manos, luces y voces. Temblaba y se agitaba, tenía la carne de gallina y las náuseas comenzaban a recorrer su estómago. Súbitamente, vomitó con violencia al lado de la cama, volcando todo el contenido de su estómago sobre el suelo de la sala. Al cabo del rato, _____ volvió a apoyarse en la almohada, agotada, pero mucho mejor. Sus ojos se cerraron con un suspiro de agotamiento, su cabeza se agitaba por la confusión y un rayo de esperanza. Quizás no fuera un aborto después de todo. Quizás había sido un simple cólico. Inmediatamente el médico puso palabras a sus pensamientos.
-Creo que uno de sus temores puede descartarse, señor Kaulitz -le oyó decir-. Evidentemente su mujer ha ingerido algo que no le ha sentado bien. ¿Han comido algún tipo de marisco en las últimas doce horas, más o menos?
-Sí, cenamos ostras anoche. Y luego langosta.
-Puesto que usted no está enfermo, es posible que haya sido una ostra. Basta con una.
-Entonces, ¿mi esposa no va a perder el niño?
-Yo no he dicho eso... -estas palabras hicieron que _____ volviera a abrir los ojos como platos debido al pánico-. Me gustaría mantenerla en observación durante toda la noche. También quisiera ponerle un calmante. Su sistema ha sido sometido a una gran tensión. Necesita reposar -se volvió y ordenó a la enfermera que trajese algo que a _____ le sonó a jerga médica. Sus ojos, aún preocupados, se dirigieron hacia Tom. Éste se acercó y tomó su mano.
-Es sólo por precaución, querida -dijo con suavidad-. No te preocupes. No creerás que voy a dejar que le pase nada a mi bebé, ¿verdad?
Apenas notó el pinchazo de la aguja en su brazo, porque toda su concentración seguía puesta en la palabra de su marido. Su bebé. ¿Tendría razón Charmaine? ¿Era eso lo único que ella era para él? No, no lo creía. La noche anterior, cuando hicieron el amor, ella hubiera jurado que él la había mirado con amor. Cuando por primera vez sus cuerpos se habían fundido, ella había sentido cómo surgía un lazo emocional entre ellos, algo que iba más allá del sexo. Por fin había sido una unión de las almas tanto como de los cuerpos. Luego ella se había quedado dormida atesorando ese maravilloso pensamiento. Ahora se dormía en el hospital, jugueteando con el recuerdo, esperando contra toda esperanza. Cuando recuperó la consciencia, la sala estaba iluminada por la luz del día. También estaba vacía. Una habitación privada con una sola cama. Sin embargo, la puerta estaba abierta y, mientras ella, a duras penas recuperaba el uso de sus facultades, podía oír la voz de Tom en el pasillo.
-¿Se recuperará? ¿Está totalmente seguro, doctor? ¿No son sólo palabras?
-Seguro, señor Kaulitz. La hemos controlado a todas horas. Sus constantes vitales son buenas y está descansando cómodamente. No se preocupe más. El bebé también está bien.
-No me preocupa tanto el niño. Siempre puede venir otro. Pero nunca podría haber otra _____. ¡Dios... no sé qué haría si le pasara algo!
_____ quedó perpleja por la forma en la que la voz de Tom temblaba y se quebraba mientras pronunciaba esas palabras. Sonaba como si estuviera a punto de llorar. Su corazón se desbordó de emoción. La amaba de verdad. La noche anterior ella había tenido razón. Él la amaba.
Las lágrimas anegaban sus ojos cuando él entró en la habitación. Viendo que estaba despierta, se acercó corriendo, con cara de ansiedad. No se había afeitado y las marcas de la preocupación se hacían patentes alrededor de sus ojos y su boca.
-¿Qué pasa? ¿Te sigue doliendo? ¿Quieres que llame al médico? Se acaba de marchar. Podría...
Ella agitó la cabeza enérgicamente, incapaz de hablar durante unos momentos. El continuó mirándola con gran preocupación y cariño, y ella se preguntó cómo podía ser que no se hubiera dado cuenta de que él la amaba.
-¿Qué sucede? -insistió él-. ¿Por qué lloras?
-Tú... Tú me amas -dijo ella, e hizo lo posible por no llorar tragando saliva y parpadeando.
-No, yo...
-Sí que me amas -insistió ella-. No mientas.
Él se pasó las manos por el pelo. Sus ojos reflejaban angustia. Girando bruscamente, se acercó a grandes pasos a la ventana, para mirar durante unos momentos, tras los que se volvió hacia ella.
-Muy bien -admitió, dándose por vencido-. Muy bien. Te quiero. Te he querido siempre, desde el primer momento en que te vi. Te vi en brazos de mi hermano, tan dulce y cálida, sensual, y supe que todo lo que había sentido por Charmaine había sido una farsa, una farsa asquerosa y superficial.
Su risa tenía algo de reproche hacia sí mismo.
-Por supuesto, ella lo sabía. Yo era el único idi*ota que se estaba engañando, pensando que la lujuria era amor. Mi única excusa era que ella era muy buena actriz, que prometía todo tipo de cosas que me hacían pensar que mi relación con ella era real. Eso era lo que ya sospechaba cuando descubrí que me engañaba, pero una vez que te había conocido y había visto lo que era el verdadero amor, aprecié por fin la fea realidad de las mujeres como Charmaine. Sólo de pensar en ella, me daba asco.

-Yo... yo realmente pensaba que la querías -dijo _____ incrédula-. Cuando dijiste que nunca te volverías a casar pensé que era porque tenías el corazón roto.
-La única razón por la que te dije que nunca me volvería a casar era porque me había enamorado de ti. ¡Dios, no sabes lo que supuso para mí tener que prometerle a Bill que me casaría contigo! Era mi sueño dorado, y la más negra de mis pesadillas. Traté de decirme que sería un noble sacrificio, que los demás me felicitarían por mi sacrificio, mientras que yo estaba planeando, como el bastardo despiadado que soy, robar, si no tu corazón, tu cuerpo.
-Pero no lo hiciste -replicó _____-. ¡Y no eres un bastardo despiadado! Eres un hombre amable, bueno. Has hecho todo lo que has podido por no cometer ningún error. Al final, yo me ofrecí a ti, ¿no lo recuerdas? En las circunstancias, hice que fuera imposible que resistieras la tentación. Su sonrisa era irónica y amarga al mismo tiempo.
-Sí que me acuerdo. Y te agradezco la generosidad de tus palabras. No podría haberme quedado quieto la noche que vi a Harvey tocándote, sólo me quedaba haberme cortado la lengua. Y te ha gustado estar en mi cama, ¿verdad que sí? Y ahora tendremos un bebé. ¿Importa ahora que yo te ame? ¿Es eso tan desastroso? ¡Dios...! ¿Cuánto tiempo tendré que llevar esta carga de culpa a mis espaldas? Tú me has dicho a menudo que a Bill no le importaría vernos juntos, que no le importaría que tuvieras un hijo mío, y yo he hecho todo lo posible por creerte, aunque en el fondo me parecía casi imposible.
Tomó aire y volvió a expulsarlo con fuerza. _____ quedó muda por lo que estaba oyendo.
-La única forma de justificar lo que le había robado era argumentando que yo sólo había conseguido de ti la parte que él nunca tuvo, tu sexualidad. Yo pensaba que si nuestra relación era meramente física, si yo te dejaba que consagrases el corazón a su recuerdo, si lo único que teníamos eran comuniones de cuerpos y no de almas, entonces yo podría vivir con la culpa. Pero ahora me doy cuenta de que me estaba engañando a mí mismo -continuó con una risa cínica-. Mi supuesto sacrificio era todo una mentira. Mientras me decía a mí mismo que no quería que te enamorases de mí, en el fondo lo anhelaba más de lo que deseaba tu cuerpo. Ahora sé que nunca me amarás como amaste a Bill, _____. Pero, ¿realmente importa si yo te quiero? ¿Importa, maldita sea?
-Tienes razón, Tom -consiguió decir con la voz estrangulada-. Nunca te amaré como amé a Bill...


AAAW ESTA CORTO LOSE PRO SI MEDA TIEMPO SUBO EL OTRO COMENTEN XFIIS YA ESTA TERMINANDO ;)

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