lunes, 8 de agosto de 2011

CAP. 12

En la casa de los Kaulitz había una tradición. Todos los años, se celebraba una fiesta el día primero de año, para los empleados de Kaulitz Property Developments. Pero aquel año había un problema. _____.
¿Cómo iba a ser presentada? Ningún empleado de los Kaulitz, aparte de Wilma, sabía que era un matrimonio de conveniencias. Aunque más parecía un matrimonio de inconveniencias, a juzgar por la cara de frustración que tenía Tom aquellos días.

-Me quedaré en mi habitación -les dijo _____, ante lo cual Wilma, que había ido a ayudar a preparar todo, empezó a protestar. Tom dirigió a su secretaria una mirada para que se callara, pero Wilma no era una mujer que aceptara fácilmente estar callada.

-Sabes que tu madre no lo va a permitir -le recordó ella. Tom dio un suspiró y accedió.

-Diremos que eres una antigua amiga de la familia -le dijo a _____-. Harvey es el único que sabe todo. Le llamaré ahora mismo y le diré que no descubra el pastel.

-No te preocupes, yo lo haré -se ofreció Wilma, solícita-. Tú tienes que ir a por las bebidas que he encargado para esta noche. Al de la tienda le dije que ibas a ir sobre las dos.
Tom miró su reloj.

-Si ya son las dos. ¿Por qué no me lo has dicho antes?

-Te lo dije, pero no me escuchaste. Estabas pensando en otras cosas -terminó Wilma, dirigiendo una sonrisa a _____-.

-Ven _____, vamos a elegir el vestido que tiene que llevar un pariente lejano de la familia.
_____ siguió a Wilma escaleras arriba, resignadas a que le dijeran el vestido que tenía que llevar puesto, los zapatos y los adornos, lo que tenía que hacer con el pelo y cómo maquillarse. Wilma era una organizadora nata. Pero con un gusto exquisito, y _____ se sintió feliz de ponerse en sus manos. Pero cuando estaban a punto de ser las ocho y vio en el espejo del tocador el resultado de las sugerencias de su amiga, ya no sintió la misma alegría. El vestido negro que Wilma había elegido parecía bastante sencillo y elegante. Le llegaba hasta los tobillos, con el cuello alto y redondo, la falda con un poco de vuelo a partir de las caderas. Pero de lo que _____ no se había dado cuenta era de que el sujetador se le iba a ver por un par de sitios. Por los hombros y por la espalda, donde el vestido se abría hasta la cintura.
Decidió no ponerse sujetador, a pesar de que sabía que sus pechos se iban a mover de un lado para otro sin él. Al llevar el vestido negro no se le iba a notar que no llevaba nada debajo. Pero aún así....
Cuando alguien llamó a la puerta y ella se dio la vuelta de repente, pudo comprobar lo que más temía. Los pechos se movieron de izquierda a derecha rozando la tela del vestido, haciéndola consciente de su desnudez. Se sonrojó y caminó hacia la puerta, con los zapatos negros de tacón alto que Wilma había elegido, con paso corto, decidida a permanecer en algún rincón toda la noche y no moverse del sitio. Estaba muy nerviosa y para nada acostumbrada a todo ese tipo de vida social, ya que su juventud la había pasado en una granja. Deseó, con todas sus fuerzas, que Tom no hubiera accedido a la propuesta de Wilma, que la hubiera dejado permanecer en su habitación toda la noche.
_____ abrió la puerta, esperando que fuera Wilma, que se había ido y le había dicho que volvería a las ocho para acompañarla hasta la fiesta.

-¡Oh! -exclamó, al ver a Tom, con su chaqueta negra y su pajarita-. Cre... creía que era Wilma.

-Está por ahí, dando órdenes. Me dijo que te viniese yo a buscar. Y ya veo el porqué.

-¿Qué... qué quieres de... decir? -tartamudeó ella. _____ se sonrojó, avergonzada, al darse perfecta cuenta de lo que Tom había querido decir.
Wilma todavía seguía empeñada en su idea de unirlos. No sabía bien por qué. ¿A ella qué le importaba?
-Apuesto que el peinado también es obra de Wilma -le dijo él, _____ se mordió el labio. Al principio se había recogido el pelo, como de costumbre, pero Wilma se lo deshizo.

-Nada de coletas de colegiala o moños de abuela esta noche -había insistido-. Yo te peinaré.
Y eso fue lo que hizo, dejándola su pelo sedoso y oscuro suelto, adornándolo con algunas horquillas.
Cuando terminó de arreglarla, le puso unos pendientes de cristal negro, que le daban también un aire muy sensual.
-Un regalo mío -le había dicho Wilma, dándole un beso en la mejilla.
_____ había imaginado lo que Wilma estaba tramando, pero no supo cómo pararla.

-No hagas eso, _____-le advirtió Tom.
-No estoy haciendo nada -le dijo, sintiéndose horrible.
-Estás dejando que Wilma te manipule, pero no sabes a lo que estás jugando. Déjame decirte que es un juego muy peligroso, que desconoces completamente. Tú debes estar con hombres amables como Bill. No con gente como yo.
Aquel tono condescendiente la puso furiosa. Lo miró de forma desafiante, levantando su mentón.
-Estoy de acuerdo contigo, Tom. El otro día me equivoqué al ofrecerme a ti. No sé lo que me pasó. No eres ni la mitad de hombre que Bill. Créeme si te digo que no cometeré el mismo error otra vez.
Durante unos segundos, _____ saboreó las mieles del triunfo, sintiendo que había recuperado un poco su orgullo. Pero cuando vio el dolor que reflejaban aquellos ojos marrones, se arrepintió inmediatamente.
-Tom, lo siento. Yo... yo...
-No te disculpes, por Dios. Está bien que digas la verdad. Eso te protegerá. No te compadezcas de nadie.
Durante unos segundos, que parecieron interminables, él se quedó mirándola. Le agarró la mano, se la llevó a la boca y le dio un beso en ella. Un beso suave y cariñoso, que la dejó perpleja. Permanecieron un rato en silencio. Ella se sintió atraída por él al sentir la calidez de su aliento en la palma de su mano, sus labios en su piel. Pero en un momento él abrió los ojos y retiró la boca, dirigiéndole una sonrisa un tanto irónica.
-¿Lo ves? -le dijo-. Incluso yo puedo jugar a ser amable y cortés.
Dolida por aquella farsa, ella retiró la mano.
-Eres un cerdo.
-Puede que lo sea -murmuró él-. Pero no esta noche, bella _____. Esta noche te voy a acompañar durante toda la fiesta y me voy a comportar como un caballero. Pero en cuanto acabe... cuando acabe lo mejor será que te metas en tu habitación y cierres la puerta con llave. Porque estás demasiado sensual para que un cerdo como yo no intente aprovecharse. En especial cuando tú me has dado permiso.
-¡No! -le gritó ella-. ¡Retiré lo que dije!
-No, no lo hiciste. Yo fui el que te rechacé. Ten cuidado, porque puedo cambiar de opinión.
-¡No te dejaré! -protestó ella, casi sin aliento.- Por la forma que la miró, estaba claro que no había nada que pudiera parar a aquel hombre.
-Mañana me marcharé de esta casa -le dijo, casi aterrada-. Wilma me dejará irme con ella.
-Una idea espléndida -le dijo él-. Ojalá se te hubiera ocurrido hace varios meses. ¿Quieres que te deje unos minutos sola para que te tranquilices un poco?.- Ella apretó los dientes e intentó controlar su palpitante corazón.
-Estoy bien -logró decir-. Vamos.
-Como ya te he dicho, _____, tienes agallas. Pero eres una ingenua, una ingenua increíble.
Si no hubiera sido por Harvey, _____ no se habría quedado en la fiesta. Desde el primer minuto que apareció del brazo de Tom, cientos de ojos curiosos se centraron en ella. Y cuando estaba a punto de desfallecer, Harvey apareció y la rescató de entre toda aquella gente. Era un hombre muy amable, que la liberó de Tom, se la llevó a por una copa y encontró un rincón tranquilo y con poca luz, en la terraza, donde se sentaron.
-Cuando oí lo del niño, me dio mucha pena -le dijo, cuando se quedaron a solas-. Pero quizá fuese lo mejor...
-Quizá -suspiró ella.
-¿Y qué vas a hacer ahora?
-No lo sé -dijo, bebiendo del vaso de vino blanco que Harvey había elegido para ella-. Creo que me iré de Kaulitz Hall. Espero que a Wilma no le importe que viva con ella.
-¿Lo sabe Wilma?
-No, todavía no.
-Ya lo suponía.
-¿Y por qué dices eso?
-¿El qué? Oh, por nada en especial. Pero tengo la impresión de que ella piensa que eres feliz aquí.
-Lo he sido -le dijo ella, algo tensa.
-¿Te ha dicho Tom algo, o te ha hecho algo?
-Es un hombre bastante complicado.
-Es verdad. Pero yo no -le sonrió, mostrándose encantador. Pero al cabo de diez minutos de conversación, empezó a buscar con la mirada a Tom. Había unas cuantas parejas bailando al lado de la piscina, pero no estaba allí. _____ se giró en la silla para poder mirar a la sala, que en aquel momento estaba abarrotada de gente joven, muy bien vestida. Parecía que los trabajadores de Kaulitz Property Developments eran todos muy jóvenes. Al cabo de un rato, encontró a Tom, cerca del bar, conversando con una mujer rubia, no mucho más mayor que ella. Centró toda su atención en la chica. Al verla reírse se sintió un poco incómoda. ¡No podía ser que estuviera celosa!
-¿Quieres bailar? -le preguntó Harvey. Ella se volvió y lo miró.
-No sé bailar -admitió. Cuando había tenido la edad suficiente para ir al baile, no se lo habían permitido, ya que su padrastro era un hombre muy tradicional en sus ideas sobre las mujeres. No la habían dejado ir a fiestas, ni a excursiones del colegio. Su madre, cuyo espíritu rebelde había sido domeñado por un hombre al que no le importaba lo más mínimo utilizar los puños para ello, apoyaba a su marido.
-Pero si es muy fácil -le dijo Harvey-. Venga. Deja el vaso de vino y dame la mano -la hizo levantarse-. Ahora, pon un brazo alrededor de mi cuello y sólo tienes que dejarte llevar por la música. Dos pasos a la derecha y uno a la izquierda. Eso es. Muy bien. Lo haces perfecto. Tienes un buen sentido del ritmo.
-Pero no buen sentido común -le dijo Tom sobre el hombro-. Si deja que alguien como tú baile con ella en un rincón oscuro.
Cuando _____ trató de apartarse, para mirar a la cara a Tom, Harvey la sujetó, la atrajo hacia él y le puso la mano en su espalda desnuda. _____ se quedó tan sorprendida, que no se atrevió a hacer nada.
-Le dijo la sartén al cazo, no te acerques que me tiznas -respondió Harvey, mientras seguía moviendo a _____ al ritmo de la música-. Además _____ es completamente libre. Imagino que dentro de poco anularéis vuestro matrimonio. Incluso me ha comentado que se quiere trasladar a vivir a otro sitio. Así que no hagas de perro guardián, porque puede ir con quien quiera y hacer lo que quiera. Y espero que se venga conmigo.- Y diciendo eso la miró y le sonrió de forma maliciosa, acariciándole la espalda. _____ estaba tan sorprendida que era incapaz de hacer nada.
-No, si yo puedo evitarlo -le contestó Tom, agarrándola del brazo y liberándola de los brazos de Harvey. Ella se sintió aliviada de que la librara de aquella mano tan desagradable y de encontrarse en los brazos seguros de Tom.
-Anda vete, Harvey -le gruñó.
-Nunca supiste compartir nada, Tom -le dijo Harvey riendo.
-Esto no es un problema de compartir o no compartir, es un problema de proteger. Deja a _____ en paz.
-¿Y por qué? -se enfrentó Harvey-. Bill no era mi hermano. Yo no le prometí nada. Además, _____ ya no es una niña. Es una mujer bastante crecidita. ¿No te has dado cuenta?
-Sí me he dado cuenta -contestó Tom-. Pero tiene la misma experiencia que una niña.
_____ abrió la boca para protestar, pero lo pensó mejor y permaneció en silencio. Tom tenía razón. No tenía mucha experiencia con los hombres. Si la hubiera tenido, hubiera sabido lo que hacer un momento antes, cuando Harvey la había empezado a sobar de aquella manera.
-De alguna manera se tiene que empezar a adquirir la experiencia, amigo -contraatacó Harvey-. Además, estás hablando como si _____ fuera una tímida virgen. No seas aguafiestas. Si no quieres a la chica, deja que otros hombres lo intenten. Pero no voy a discutir contigo esta noche, que es Noche Vieja. Así que lo mejor que puedo hacer es irme, ya que he prometido pasarme por un par de fiestas. Bueno, _____, te llamaré. Pronto.
Antes de que Tom pudiera contestarle Harvey se había ido. El se volvió enfadado a _____ y la arrinconó contra una pared.
-Supongo que no puedo echarte la culpa de nada -le dijo un poco frustrado-. ¿Pero no reconoces a un mujeriego cuando lo tienes enfrente? Harvey veinte cinco años. Ha amado y dejado a más mujeres de las que te puedas imaginar. ¡No es el hombre indicado para ti!
_____ permaneció en silencio, un poco confusa por lo que Tom le estaba diciendo. ¿Estaría celoso? ¿O sólo enfadado?
-Quiero que el resto de la noche te quedes a mi lado -le ordenó, con cierta brusquedad-. Es evidente que no se te puede dejar sola en esta compañía, y menos con todos estos jóvenes bebiendo cerveza y alcohol, como si no existiera el mañana. ¡Y menos llevando un vestido como el que llevas!
-¿Qué le pasa al vestido? -preguntó, de forma un tanto estúpida.
-Nada... si lo llevara Wilma.
_____ se sonrojó.

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