lunes, 15 de agosto de 2011

CAP. 17

_____ sintió deseos de arañarle la cara, para que ninguna mujer lo pudiera mirar de nuevo. Estaba tan celosa y tan envidiosa que no tuvo más remedio que morderse la lengua para no gritar.
-Supongo que tampoco te ha dicho, entonces, que ha reservado mesa para sacarte mañana a cenar.
_____ se quedó boquiabierta. Desde que se casaron, Tom nunca la había sacado a ningún sitio. Cenaron una noche en casa con Harvey y con su última adquisición. Pero aparte de esa ocasión, no hicieron otro tipo de vida social. A _____ no le importaba demasiado. Se había acostumbrado a estar encerrada en casa. No era una de esas chicas que deseara tener una profesión. Disfrutaba con las cosas sencillas. Le gustaba leer, ir al cine, ver la televisión, cuidar el jardín, cocinar.
-Pues hice yo misma la reserva en el restaurante -le informó Wilma-. Por eso me he enterado. Creo que se siente culpable por tener que irse de viaje, especialmente después de haber estado tanto tiempo trabajando durante las últimas semanas. Las cosas no están saliendo muy bien en la empresa. Creo que está preocupado, lo cual podría explicar su mal humor.
-¿Tiene Tom problemas de dinero?
-Para nada. Su familia tiene inversiones en cosas más seguras que el negocio inmobiliario. Kaulitz Property Developments podría hundirse mañana, y Tom se salvaría. Sin problemas.
_____ movió de un lado a otro la cabeza. ¿Sentiría lo mismo por Tom si tuviera el mismo aspecto de pobre que Bill? ¿Su éxito con las mujeres se debía única y exclusivamente a su belleza y a sus atractivos ojos marrones? No lo sabía., Ni tampoco sabía lo que sentía por Tom. Si sólo era lujuria, lo cierto era que aquel sentimiento cada vez era mayor. ¿Se le pasaría después de un tiempo?
-¿En qué restaurante ha reservado mesa? -le preguntó, con cara de enfado.
-No seas así. Tom no se iría si no tuviera que irse. Lo has hechizado completamente. _____ no pudo evitar mirar con sorpresa a Wilma.
-Te lo digo de verdad -insistió la secretaria-. Y sé muy bien de lo que hablo. Vi cómo se comportaba con Charmaine. Y esto es diferente. ¿Sabes que tiene una foto tuya sobre la mesa? Es una que sacó el día de Navidad con la cámara que le regalaste. Algunas veces lo veo mirarla sin que él se de cuenta, y la expresión de su cara cambia completamente, una expresión que casi me hace llorar. Y por lo que se refiere a ti, no me engañas. Cada vez que hablas de él, quieres mantener la calma, pero está claro que lo adoras. Y es normal que lo adores incluso más ahora. Charmaine echaría chispas si os viera a los dos juntos. Apuesto que piensa que ha dejado detrás un hombre con el corazón roto. Pero en vez de eso, ha dejado a un hombre con una mujer muy hermosa, que lo ama y que va a tener un hijo suyo. ¿Qué más puede pedir un hombre para sentirse feliz?.- _____ se quedó sin habla. Tenía toda la razón. ¿Qué más podía pedir? ¿No se amaban uno al otro?
-¿Te he hecho sentirte incómoda? -le preguntó Wilma, al ver que _____ permanecía en silencio.
-No, no, claro que no. ¿En qué restaurante has reservado mesa?
-Uno que no está muy lejos de Kaulitz Hall. Está en un motel de cinco estrellas, muy famoso. Por eso reservé mesa con tanta antelación.
-¿Y qué tengo que llevar puesto?
-Pues el vestido que llevabas el día de la fiesta no te quedaría mal.
-No, para nada, Wilma. Creo que me compraré algo más sutil.
-Me gusta eso. Sutil. ¿Qué es lo que te propones señora Kaulitz?.- _____ sólo sonrió.


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-Estás preciosa esta noche -dijo Tom mientras le abría la puerta del Jaguar negro-. Muy...sofisticada.
No podría haber empleado una palabra más agradable. Ese era el efecto que buscaba cuando compró el elegante vestido de seda color crema. Sofisticación. La chaqueta la hacía especialmente esbelta. Su larga línea disimulaba su pecho y caderas, al tiempo que la daba un aspecto muy femenino. Llevaba el pelo recogido, con un bucle a cada lado de la cabeza, lo que daba al peinado un aire menos rígido. El efecto se completaba con los pendientes de perla y oro. Sus zapatos eran del mismo color que el vestido y llevaba un pequeño bolso dorado. Todo el vestuario, además de la ropa interior, apenas había dejado huella en su generosa cuenta de gastos, pero a ella le seguía pareciendo demasiado dinero para gastar en ropa. Sin embargo, se resistía a sentirse culpable por el derroche. Estaba dispuesta a todo para llevar a Tom a su cama esa noche. Pero no confiaba en absoluto en su éxito.
-¿Perfume nuevo? -preguntó Tom después de situarse tras el volante y aspirar la atmósfera del interior del coche.
-Más o menos -fue su respuesta, tranquila en apariencia-. Tú mandaste a Wilma que me lo comprase hace meses, pero lo he abierto hoy por primera vez. Lo he reservado para una ocasión especial.
-¡Qué adorable! -respondió él-.
_____ tragó saliva y volvió el rostro hacia la ventanilla mientras el coche salía del garaje. Sus nervios empeoraban por momentos, Tom estaba espléndido con su traje azul oscuro, la camisa azul clara y la corbata de seda color vino. También estaba encantador, pero de la forma más remota imaginable, actuando más como un acompañante de alquiler que como un marido enamorado que lleva a su esposa a cenar la noche antes de partir. Wilma estaba equivocada. _____ se daba cuenta ahora. Tom no la amaba. Ella no podía explicar el asunto de la fotografía a menos que la secretaria de Tom también estuviese equivocada. Debió de malinterpretar la expresión de su rostro cuando la vio. La consternación se abatió en su corazón como una sombra. Al menos Wilma tenía razón en una cosa.
Ella sí que adoraba a Tom Kaulitz. Quizás era sólo deseo, pero _____ lo dudaba. No era el deseo lo que la impulsaba a tratar de seducir a su esposo esa noche, sino la desesperación. Tenía que hacer que él no cayera en brazos de ninguna otra mujer. No podía siquiera soportar pensar en ello. Probablemente el restaurante era muy elegante, pero _____ apenas lo notó. La cocina también debía de ser espléndida, pero pidió lo mismo que Tom porque estaba demasiado nerviosa como para leer la carta. Por fortuna le gustaba el marisco, porque la cena comenzó con unas ostras, seguidas de unas langostas con una salsa exótica. Eligieron vino blanco, seco y muy frío. _____ bebía a tragos, lo que provocó las miradas malhumoradas de Tom antes de que éste dijera nada.
-Pensaba que Bill te había enseñado algo de vinos -fue su comentario-. No se bebe de un trago como si fuera cerveza. Si sigues así terminarás debajo de la mesa antes de llegar al postre.
Para ser sincera, ahí era donde _____ habría querido estar en ese momento. Debajo de la mesa. Pero su incomodidad no fue nada en comparación con cómo se iba a sentir unos momentos después, cuando observó que la atención de su marido estaba puesta en una mujer rubia que estaba sentada sola frente a la ventana. La luz iluminaba su rostro, de extraordinaria belleza y sensualidad, realzando el color dorado de su pelo y el moreno de la piel del escote que lucía sobre el corpiño de su vestido blanco ajustado. Como si hubiera sentido la mirada de Tom sobre su piel, la rubia giró la cabeza. Sus ojos se encontraron con los de él y se negaron a abandonarlo. La sonrisa que desplegó a continuación fue dulce, sensual y seductora, con los labios abriéndose lentamente antes de que la boca describiese una deliciosa curva. _____ no podía ver el color de sus ojos desde esa distancia, pero estaba segura de que eran azules y también estaba segura de que la mujer se llamaba Charmaine.
-¿Por qué no te acercas y hablas con ella? -repuso bruscamente-. Ya que mostráis tanto interés.
La mirada de Tom reflejaba sorpresa cuando se giró hacia _____, que enrojecía por momentos.
-Es tu ex mujer, ¿verdad?
-Sí -admitió él-, es Charmaine.
Quizás a causa del vino, una vez que había comenzado, _____ no podía parar. Todos los celos que albergaba su corazón salieron como un torrente ácido.
-¿La querías mucho, Tom? Me gustaría saberlo. ¿Era buena en la cama? Me gustaría saber si habrías podido dejar de hacer el amor con ella si hubiera concebido a tu hijo. Pero sobre todo, me pregunto si le eras tan infiel como lo vas a ser conmigo la semana que viene..- El la miró, primero con sorpresa, luego con furia.
-¿De qué demonios estás hablando? No tengo ninguna intención de serte infiel, ni esta semana ni cualquier otra.
-¿Ah, sí? ¿Estás negando que en Navidades te acostaste con otras mujeres?
-Eso fue diferente -murmuró él entre dientes-. Y tú lo sabes muy bien.
La discusión podría haber proseguido, pero _____ vio por el rabillo del ojo que Charmaine se levantaba. ¡Dios mío! ¡La muy sinvergüenza iba hacia ellos! ¡Qué descaro! _____ la apuñaló con la mirada, mientras ella se acercaba ondulando cada centímetro de su esbelta figura para Tom y también el resto de los hombres del restaurante.
-Espero no interrumpir nada -dijo Charmaine con dulzura de sacarina, apartando un largo mechón de cabello rubio que había caído sobre su escote, que se hacía cada vez más profundo a medida que la rubia se inclinaba sobre la mesa..- _____ observó el gesto con desdén. ¿A los hombres les atraían de verdad las mujeres así? Si eso era lo que Tom prefería, no era el hombre que ella creía que era.
-No podía dejar que os fuerais sin venir a saludaros -ronroneó, ignorando la presencia de _____-. Como podéis ver, he vuelto a Australia yo sola. Por supuesto, mi matrimonio con Chuck no funcionó. ¿Cómo podría, si sigo enamorada de ti, cariño?.- _____ tomó aire y estaba a punto de decir a esa mujer dónde podía irse con su impertinencia y malos modales, pero Tom se adelantó.
-Lo cual demuestra que sigues siendo tan mentirosa como siempre, Charmaine -le respondió él-. Ahora, si no te importa, estoy teniendo una cena romántica con mi esposa y querríamos tener algo de intimidad..- Charmaine se puso entre gris y verde antes de dirigir su fría mirada hacia _____.
-¿Esta jovencita es tu mujer? -su risa sonó malvada-. Has sido rápido, Tom. Pero se podía esperar, supongo. Aún así, me sorprende que sea de cabello moreno. Siempre dijiste que no te atraían las morenas. También me dijiste que... -se detuvo, riendo con coquetería-. Bueno, quizás no deba contar más cosas de las que me dijiste, porque si no muy pronto te pediría el divorcio. ¡Ah! Ya veo que han traído mi café. Qué decepción, cariño. Sin embargo es dulce. Pasadlo bien.- _____ vio con el corazón alborotado cómo la mujer volvía a cruzar la sala ondulando el cuerpo.
-No dejes que esa cerda te moleste -gruñó Tom.
-Yo... Yo... -_____ se puso a duras penas en pie-. Tengo que ir al servicio -concluyó precipitadamente, a punto de tirar su silla en su huida poco elegante hacia el lavabo. Pero no le importaba. No podía seguir sentada allí un momento más. No podía iniciar una conversación normal en apariencia con Tom. Quizás cuando regresara esa odiosa mujer se habría marchado y ella habría recuperado un poco el control. La idea de encontrarse balbuceando de nuevo era insoportable.

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