martes, 16 de agosto de 2011

CAP. 18

Por suerte, el servicio de señoras estaba vacío. _____ suspiró aliviada y dejó caer los hombros y la cabeza. Pero el repentino sonido de la puerta abrirse y cerrarse de golpe la hizo mirar al espejo, donde se encontró con los ojos azules de Charmaine al acecho. Esta vez no había una sonrisa en su rostro, y sin ella no era ni la mitad de bella. De hecho, estaba fea con la boca torcida en un gesto de odio mientras estaba de pie, apoyada en la puerta, en actitud de inspeccionar a _____.

-¡Dios mío! ¡Si ni siquiera eres alta! -se burlo-. A Tom le gustan las mujeres altas, ¿no lo sabías? Altas y rubias... como yo. Con un pecho decente... como yo. Te diré por qué se ha casado contigo, mosquita muerta. Porque quería alguien joven y complaciente que pudiera llevarse a su casa y criase a sus hijos..- _____ se quedó de pie, helada, cuando la mujer se aproximó y la agarró del brazo.
-Pero, ¿qué crees? ¿Que no se va a ir con otra mujer? -continuó, con la cara deformada por la ira-. Mujeres como yo. ¡Puede que yo misma! No te creas que la escenita de antes significa nada. No me ha olvidado. Nunca me olvidará. Le di más y mejor sexo que el que haya recibido cualquier otro hombre. Espera a que te quedes embarazada y tu cuerpo no valga nada. No te tocará ni con guantes..- Algo estalló dentro de _____. Liberó el brazo y le dio una bofetada a Charmaine que la hizo retroceder chillando, sujetándose la mejilla y balbuceando.
-¿Cómo te atreves a pegarme? -chilló-. Yo... yo... ¡te demandaré por agresión!
-Y yo te demandaré por calumnias -respondió inmediatamente _____-. Tom no soñaría siquiera con serme infiel. No sabes nada, estúpida. Tú eres todo lo que él más desprecia en una mujer. El preferiría una noche conmigo que un millón contigo, porque me ama..- Charmaine empezó a reírse.
-Tom Kaulitz no ama a ninguna mujer.
-Quizás antes no, pero ahora sí -respondió _____-. El me ama y yo lo amo a él -añadió, con el corazón encogido por el fuerte impacto que la había producido la verdad de esta última afirmación. Llevaba mucho tiempo sospechándolo, pero este incidente hacía evidente lo mucho que lo amaba. Se moriría si lo perdiese. Por supuesto, no tenía la misma fe en el amor de Tom por ella. Probablemente Charmaine tenía razón. Era posible que Tom no fuera capaz de amar como _____ anhelaba.
-¿Qué está pasando aquí?.- Ambas mujeres se volvieron y vieron a Tom de pie.
-Esta fulana me ha pegado -se quejó Charmaine, frotándose la mejilla.
Tom levantó una ceja cuando vio a _____, enrojecida, pero sin muestras de arrepentimiento.
-Seguro que te lo has merecido -dijo, arrastrando las palabras-. Cuando _____ pega a alguien, es que se lo merece. Te sugiero que te apartes de su camino, Charmaine. No es tan inofensiva como parece. Ven, querida... -dijo, tendiendo una mano hacia _____-. Ya he pagado la cuenta. Creo que será mejor tomarnos el café en casa. Buenas noches, Charmaine. Espero no volver a verte.
Los dedos de _____ temblaban cuando la mano de Tom los acogió con firme calidez. De alguna forma consiguió ignorar las miradas curiosas cuando Tom la escoltó desde el servicio hasta el coche. Se preguntaba cuánto habrían oído. ¿Cuánto había oído Tom?
-¿La has creído? -preguntó él mientras se dirigían a casa.
-¿Creído qué? -eludió _____.
-Las mentiras que te haya contado sobre mí.
_____ suspiró con alivio. No había oído nada de importancia. Seguramente su discusión había quedado amortiguada por la pesada puerta de madera. Sin duda, lo que había traído a Tom a investigar había sido el grito de Charmaine.
No creería nada de lo que dijera esa furcia -dijo _____ con firmeza-. No tiene integridad. Tom rió.
-Ésa es una expresión muy propia de Bill.
-¿Sí? -preguntó sorprendida _____.
-Sí. Según Bill, muy poca gente tiene integridad.
-Puede que tuviera razón -murmuró.
-¿Te refieres a mí? _____ no respondió. Tom suspiró.
-¿En serio crees que podría volver a tener algo que ver con esa mujer?
-Yo... no estoy segura -admitió por fin.
-Pero sí estás segura de que tendría aventuras fuera del matrimonio. Antes lo has dejado bien claro.- De nuevo _____ guardó silencio.
-¡Maldita sea, respóndeme!.- a ______ Se le saltaban las lágrimas.
-Sí -dijo con un hilo de voz-. Sí... lo estoy.
El comenzó a maldecir como nunca lo había oído antes. Entró con el Jaguar en el camino de su mansión con la cara descompuesta, aún murmurando por lo bajo. No se mencionó el café cuando él la metió en casa, subió las escaleras y la llevó hasta el dormitorio, mientras ella se había rendido al terrible silencio de Tom.
-Vamos a ver -dijo una vez que había cerrado la puerta y la había sentado en el borde de la cama-. Sólo quiero que te sientes y escuches. No quiero que digas una palabra. ¡Ni una palabra!.- _____ asintió, aliviada por no tener que hablar. El comenzó paseando de un lado a otro del cuarto, murmurando para sí en voz baja. A continuación, se detuvo frente a la ventana, con las manos apoyadas en el marco, tomó aire y luego lo expulsó con fuerza. Por último, se giró hacia ella, doblando los brazos y haciendo un esfuerzo por relajar sus hombros, cargados de tensión.
-Quiero contarte una historia -dijo con la voz sorprendentemente controlada-. Es la historia de un hombre que se casó con una mujer a la que él quería con toda su alma, pero que era incapaz de corresponderle de igual forma.. Los ojos de _____ se abrieron como platos. ¿Hablaba de su matrimonio? ¿Estaba confesando que él...?
-Ese hombre era mi padre -continuó él, interrumpiendo por completo los pensamientos de _____-. La mujer, mi madre...- A pesar de la decepción, _____ quedó muy interesada. Se enderezó y miró a Tom, quien no la miraba a ella, sino que estaba mirando a algún punto de la pared.
-Verás, a mi madre no le gustaba la parte física de su matrimonio. Lo encontraba... ordinario. Encontraba los deseos de mi padre... asquerosos. Él me lo confesó cuando le pregunté al cabo de los años debido a sus aventuras cada vez menos discretas. Pero sólo cuando me contó la historia completa pude comprender el rompecabezas que era mi madre...- No se podía decir que a _____ le estuviera sorprendiendo lo que oía. Ya había sospechado que simone había encontrado el fuerte impulso sexual de su marido la había intimidado bastante.
-Aparentemente, ella toleraba lo que consideraba las exigencias excesivas de mi padre, hasta que se quedó embarazada de Bill. Entonces fue cuando empezó a rechazarlo. Mi padre dijo que eso le hizo mucho daño, pero que, puesto que amaba a mi madre, estaba dispuesto a tratar de no cometer errores, pensando que tal vez después de que naciese el niño las cosas volverían a la normalidad. En su lugar, ella encontraba continuas excusas para no iniciar otra vez sus relaciones sexuales. Pasó un año. Luego otro. La presión de la abstinencia obligatoria comenzó a cobrar su precio y una noche... en un ataque de furia y frustración, él la forzó... con bastante violencia...- _____ estaba asombrada, pero emocionada. Pobre hombre... pobre mujer... ¡qué terrible diferencia de naturalezas!
-El resultado fui yo -dijo Tom, apesadumbrado-, y el fin de cualquier contacto físico entre ambos. Para más inri, yo resulté el calco de la imagen de mi padre. ¿Te extraña ahora que mi madre encontrase difícil quererme, o que siempre favoreciese a Bill?.- _____ sintió ganas de llorar. Pobre Tom...
-Pero tu madre te quiere, Tom -le dijo ella-. Te quiere de veras.- Él asintió lentamente.
-Sí. De hecho, creo que me quiere... ahora. Me aprecia mucho más desde que me he casado contigo. Pero es evidente que durante mi niñes no quería ni mirarme. Incluso me atrevo a decir que yo empeoré las cosas siguiendo los pasos de mi padre en todos los sentidos. Incluso llegué a cometer el peor de los pecados por disfrutar del sexo tanto como él. ¡Ésa fue la última maldición de esta casa! Hasta que me hice un hombre y mi padre me explicó todo, no pude culpar a mi madre por su actitud hacia mí. Pero sí la culpé por hacer que su marido tuviera que buscar fuera lo que debía recibir en casa voluntariamente. Admito que no era ningún santo. Tenía defectos, entre los que estaba su modo de tratar a Bill. Siendo un hombre de la vieja escuela, no comprendió la naturaleza sensible y algo femenina de Bill, y le presionó y maltrató sin piedad, pensando que estaba haciendo un hombre de él.- Tom comenzó a mover la cabeza.
-Tengo que admitir que a mí también me frustraba Bill. No podría contar las veces que tuve que ir a defenderlo en el patio del colegio. Mi padre nunca pudo comprender por qué no podía defenderse él solo, por qué era yo siempre el que terminaba con los ojos morados, y no mi hermano mayor. Cuando Bill quiso recibir clases de ballet, mi padre le inscribió en cursos de boxeo. Cuando quiso hacer arte, mi padre le impuso los estudios empresariales..- Tom rió tristemente.
-Pero sufrió por sus errores, créeme. La culpa que sentía por sus aventuras amorosas le hizo beber, y la bebida lo terminó matando. Yo lo quería, _____. Y comprendía su dolor. Juré sobre su tumba no casarme con una mujer que no me diese todo lo que yo quisiera en la vida. Mi idea del matrimonio perfecto era mucho sexo mezclado con una gran familia. No quería modales ni finuras. Quería mucha pasión y ninguna inhibición... Y por eso me casé con Charmaine..- Cuando él apartó su mirada, _____ se vio impulsada a hablar, movida por los celos que la atormentaban.
-Ha dicho... que te dio más y mejor sexo que lo que cualquier hombre haya recibido...- Los ojos de él se volvieron hasta que encontraron los de ella. Unos ojos llenos de brillo.
-Daría cualquier noche que pasé con ella por un momento contigo.- Apenas pudo pronunciar palabra mientras él se abalanzaba sobre ella y la abrazaba. -No te he sido infiel -murmuró en su oído-. Mañana me voy en viaje de negocios, eso es todo.
-Pero... te has acostado con otras mujeres en otros viajes -insistió ella, temerosa de creer ingenuamente todo lo que él dijese. A pesar de todo su ardor, todavía no había oído palabras de amor. Él retrocedió, mirándola con angustia y arrepentimiento.
-A veces -murmuró-. Sí, a veces. Pero eso era porque estaba aterrado de lo que podía hacerte.
-¿Hacerme?
-¡Por Dios, _____. No eres tan inocente! Debiste de notar cuánto te deseaba aquella noche en las escaleras. ¿Por qué diablos crees que me fui al día siguiente? Tenía que hacer algo, cualquier cosa para impedirme a mí mismo tomar algo a lo que no tenía derecho.
-Yo... entiendo...
-No, probablemente no entiendes -murmuró con los hombros agitándose mientras se alejaba de ella-. ¿Cómo podrías entender?
-Pero... pero ahora tienes derecho, Tom -susurró ella, poniendo sus pequeñas manos sobre sus anchos hombros y apoyando la cabeza sobre su espalda-. Ahora somos marido y mujer, y te deseo tanto como tú me deseas a mí. Quédate conmigo esta noche. Hazme el amor. Yo... te necesito, Tom.
Él se giró con un grito trayéndola hacia sí con fuerza y besándola hasta que ambos temblaban por el deseo.
-¿Estás segura de que me quieres?
-Claro que sí. Siempre ha sido así.
-Me preocupaba ser demasiado brusco contigo, hacer algo... peligroso...
-Entonces, déjame llevar las riendas a mí -sugirió ella, con el corazón y el estómago vibrando de excitación-. Tendré mucho cuidado y lo haré muy, muy lento.
Él no podía ocultar el placer que le producía oír eso.
-¡Dios, cómo te he echado de menos! -dijo él apasionadamente, quitándole las horquillas del pelo y soltándoselo por la espalda-. No puedes hacerte una idea.
-No más de lo que yo te he echado de menos a ti -murmuró ella-. Déjame que te muestre cuánto.

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