lunes, 25 de julio de 2011

CAP. 5

Después de aquel episodio la tarde transcurrió de forma bastante razonable. Maud había preparado unos aperitivos que se podían comer tanto de pie, como sentados, con un plato sobre las piernas. La conversación giró casi en su totalidad sobre la deliciosa comida que Maud había preparado, y sobre el mal tiempo que habla hecho últimamente. _____ sin embargo, no estaba disfrutando. La tensión acumulada de todo aquel día le estaba pasando factura. Le empezó a doler la cabeza. Aceptó el vaso de vino que Harvey le estaba ofreciendo, y se sentó en el sofá, en el sitio que acababan de dejar simone y Wilma. Al dar un sorbo de vino, sonrió, acordándose de las tardes que había pasado junto a Bill, bebiendo vino barato y hablando sobre el último libro que ella había leído. Estaba en otro mundo diferente, y no se dio cuenta cuando Harvey se sentó a su lado.
-Daría cualquier cosa por saber lo que piensas -le dijo, lo cual la hizo sobresaltarse. Pero no pudo responder más que con una sonrisa, sabiendo que un hombre como Harvey nunca podría entender lo que ella y Bill compartieron, lo que ella sentía por él. Harvey, al igual que Tom pensaba que Bill había sido un perdedor. Había visto la cara de sorpresa que pusieron todos cuando llegó a aquel lugar por primera vez y la presentó como su esposa de hecho. Incluso su madre quedó sorprendida, a pesar de ser Bill su ojo derecho. El anuncio de que _____ estaba esperando un hijo suyo, cayó como una losa. _____ se sintió dolorida al comprobar que todos pensaban que Bill era incapaz de traer un hijo al mundo. Todos estaban confundidos, pensó, mientras se acariciaba su incipiente tripita. Era el padre de la criatura que llevaba dentro, y dentro de una semana, cuando le hicieran la ecografía, sabría si iba a ser un niño o una niña. Ella quería que fuera niño, y que fuera igualito que su padre.
-Ya veo que no te apetece mucho hablar -le dijo Harvey, sentado a su lado-. Sólo quería decir, que me pareces encantadora y que confío en que todo te salga bien. Pero si alguna vez me necesitas, no dudes en llamarme.
-Muy amable por tu parte, Harvey -le dijo, dirigiéndole una sonrisa-. Lo tendré en cuenta. Gracias.
Harvey le dio unos golpecitos en la muñeca y se puso de pie, rozando casi los hombros de Tom en su movimiento.
-¿Te vas ya, Harvey? -le preguntó Tom. Harvey pareció sorprendido por aquella pregunta. Se miró el reloj.
-No, todavía no -le respondió-. Sólo iba a por otro vaso de vino.
-No le traigas otro a _____ -le ordenó Tom, con cierta brusquedad, cuando observó el vaso vacío en sus manos.
-Eso es ella la que lo tiene que decidir.
_____ estaba pensando lo mismo.
-Tom -interrumpió su madre, materializándose a su lado, y quitando un poco de hierro al asunto-. ¿Por qué no pones algo de música? Algo agradable y relajarte. ¿Te gusta Mozart, _____? Lo tenías puesto el otro día.
-Adoro Mozart -dijo ella-. Era el compositor preferido de Bill.
-Ya lo sé. Se lo puse desde el día en que nació. Siempre se lo ponía para irse a dormir.
-Mozart podría dormir a cualquiera -murmuró Tom, en un tono de irritación, mientras buscaba entre los discos de la estantería.
-No hagas caso de Tom -susurró simone, cuando se sentó al lado de _____-. Por alguna razón, siempre ha estado un poco celoso de Bill. Dios sabrá por qué. El pobre Bill no nació con todas las ventajas naturales de su hermano. Siempre fue un niño enfermizo. Tom ni siquiera se constipó. No sé cuántas noches he pasado en vela, al lado de su cama, en especial cuando le daban los ataques de asma. _____ empezó a pensar que a lo mejor era verdad que Tom estaba celoso, no de Bill, sino de todo el amor y atención que su madre había gastado con su hijo mayor. Ella nunca había tenido hermanos o hermanas, pero se podía imaginar perfectamente lo que sería crecer con la sensación de que tu madre quería más a otro hijo que a ti. Pero sin embargo, el padre de Bill había atendido más a su segundo hijo, por lo que quizá la balanza estaba un poco más equilibrada. Las primeras notas de una de las sinfonías de Mozart pusieron fin a la conversación. Lo que había elegido Tom, llegó al corazón de _____, trayéndola una serie de recuerdos. Casi se podía imaginar a Bill sentado frente a ella, en su sillón, con los ojos cerrados, como solía hacer cada vez que escuchaba aquella sinfonía.
-Qué maravilla... -suspiró simone, a su lado-. Qué dulzura.
_____ apretó los dientes para calmar un poco el dolor inesperado que la música provocó en ella, no pudiendo reprimir el gesto, cuando dirigió su mirada al equipo de música. En aquel momento, Tom se dio la vuelta y sus miradas se encontraron. _____ sintió un escalofrío, mientras lo observaba dirigirse hacia ella. Y toda su simpatía hacia él, desapareció. Aquel hombre era granito puro, una persona a la que no parecía afectarle la pérdida del amor de su propia madre. O el amor que pudiera sentir otra persona cualquiera. Dudaba incluso que pudiera saber lo que era amor. No era de extrañar que su primer matrimonio hubiera fracasado. Ninguna mujer podría soportar estar viviendo con una piedra.
-Pareces cansada -le anunció, con brusquedad, cuando llegó a su lado-. Creo que lo mejor es que te vayas a la cama.
-Sí, es verdad, parece que estás cansada, querida -corroboró simone
Estuvo a punto de protestar, pero por sentido común permaneció en silencio. La verdad era que estaba cansada y que le dolía bastante la cabeza. Además, la perspectiva de quedarse allí, escuchando a Mozart, tampoco le apetecía demasiado.
-Tenéis razón, estoy cansada.
Cuando Tom le ofreció la mano, ella dudó unos instantes, pero con cierta resignación, le puso la mano en la de él. Tom cerró sus dedos, grandes y fuertes y la invitó a levantarse. Una vez más, al lado de aquel hombre, se dio cuenta de lo grande y alto que era. Incluso con tacones, tenía que doblar el cuello hacia arriba, para poder verle la cara.
-Te acompaño a tu habitación -le ofreció.
_____ se sintió aterrada y le contestó, tartamudeando:
-N... n... no hace... -cuando trató de apartar su mano, él se lo impidió.
-No seas ridícula -le susurró-. No te voy a comer. Sólo te voy a acompañar a tu habitación. Di buenas noches a todo el mundo.
Todo el mundo le dio las buenas noches. Wilma se levantó, se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla. Después miró las manos de _____ y Tom unidas y frunció el ceño. _____ se sonrojó. A Wilma pareció sorprenderle su respuesta. En una ocasión le había dicho que muchas mujeres se sentían atraídas por la personalidad de Tom y que lo encontraban muy sensual. Estuvo a punto de gritarle a la cara que ella no senda lo mismo. Sin embargo, pareció no transmitir ese mensaje a su amiga, porque por la mirada que les dirigió, parecía que pensaba que se sentía atraída por él. A lo mejor incluso pensaba que quería llevárselo a la cama. Cuando llegaron al piso de arriba, _____ se soltó. Tom se paró y la miró, furioso.
-¿Pero qué diablos te pasa? -le espetó-. ¿Tan monstruoso crees que soy, que te asusta que te lleve de la mano? ¿O es que crees que Bill nos está observando desde el cielo y piensa que no te puede dar la mano otro hombre?
-¡No! -negó ella, sorprendida de que él pudiera pensar eso. Bill nunca había sido un hombre celoso, o posesivo
-¿Entonces, por qué te asusto tanto? -indagó Tom, un poco desesperado.
-¡No tengo miedo!
-Sí lo tienes -dijo él-. Por supuesto que lo tienes. Tan sólo me tengo que acercar un poco a ti, para que empieces a temblar, y a tartamudear, cosa que no haces cuando te diriges a los demás. Sólo me hablas normal cuando estás enfadada, porque te olvidas de tu miedo. Wilma me dice que yo intimido, lo cual podría explicar tu reacción.
-Lo... lo siento.
-¿Ves lo que te digo?
Ella inclinó la cabeza, sintiéndose infeliz y humillada.
-¡No hagas eso! -le ordenó él-. ¡Mírame a los ojos! .-Ella lo miró, con los ojos empañados de lágrimas.
-Ya lo he hecho otra vez. No era mi intención. Por favor, no llores. No puedo soportarlo.
Antes de que _____ pudiera oponer resistencia, él la tenía entre sus brazos y la estaba acariciando el pelo.
-Si he sido brusco, lo siento. Pero no sabes lo difícil que me resulta todo esto. Dios, si no fueras tan, tan... .- La abrazó con más fuerza, antes de soltarla y apartarla de él, con respiración entrecortada, pero con la cara como una piedra, como de costumbre.
-Lo siento -gruñó-. Como siempre, he metido la pata contigo. Ve a la cama. En el futuro, procuraré portarme mejor.- Se dio la vuelta y se fue escaleras abajo. _____ se quedó mirando su marcha. También ella respiraba de forma entrecortada, y la cabeza le daba vueltas.
Se quedó mirando sus manos. Seguía sintiendo el mismo cosquilleo que sintió cuando las tuvo apoyadas en el pecho de él. ¿Por qué no las había utilizado para apartarlo? Se limitó a extender sus dedos y apoyar la cabeza contra él. Alguna excusa habría que justificara la sensación que había tenido cuando él la abrazó y acarició su pelo, sintiendo sus fuertes brazos en torno a ella. En aquel momento no pensó que pudiera hacerla daño. Ni tuvo sensación de peligro. Simplemente no había pensado. Todavía no se creía del todo que había pasado lo que acababa de pasar. Tom se había excitado, la había deseado. Después de todo, aquel hombre no era una máquina sin sentimientos.
Una hora más tarde, cuando ya estaba en la cama, todavía no se había recuperado del todo de aquella impresión. Estaba con la vista clavada en el techo. Por primera vez desde que se había ido a vivir a aquella casa, no estaba pensando en Bill, ni en su hijo. Su mente estaba intentando volver a imaginarse el momento en que sintió que Tom se excitaba.
La verdad era que aquello no tenía tampoco demasiada importancia. Todo el mundo sabía que los hombres se excitan con más facilidad que las mujeres. Tom habría respondido igual con otras muchas mujeres. No quería decir que ella precisamente le gustara. Estaba claro que ni siquiera le gustaba.
Pero _____ se sentía, de todas formas, desconcertada. Ojalá no hubiera pasado. ¿Cómo iba a poder mirarlo a la cara, a la mañana siguiente? Iba a ser difícil, vergonzoso, y...
Se dio la vuelta y pegó unos puñetazos a la almohada. Varias veces. Se sintió mucho peor, porque la hizo recordar su conducta tan irracional unas horas antes, con el sombrero azul.
-Tengo que dormir -se ordenó a sí misma, en voz alta-. No me voy a levantar. No voy a bajar al salón. No voy a correr el riesgo de encontrarme con Tom otra vez.
Y estuvo repitiendo lo mismo, hasta que se durmió de cansancio.

SUBIRE EL CAP. 6 EN LA TARDE COMO A LAS 6 Ó 7 ;D LAS KIERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario