Ya es hora, _____.
_____ sintió un escalofrío recorriéndole su espina dorsal al oír aquellas palabras pronunciadas con tanta parsimonia. Suspirando, se dio la vuelta y dejó de mirar a las sombras por la ventana de su habitación. Intentó que su cara no reflejase lo desgraciada que se sentía. Después de todo, lo normal era que la novia estuviese feliz el día de su boda. Pero era imposible sonreír, o sentirse de otra manera que no fuera deprimida. El hombre que dentro de unos momentos se iba a convertir en su marido, estaba de pie en la puerta, con un aspecto impresionante, vestido con su traje de tres piezas de color gris. Era un hombre muy guapo, con una cara fuerte y esculpida, pelo tan negro como el ébano y unos ojos marrones cautivadores. Pero era una belleza fría, con la que ella nunca consiguió sentirse cómoda. Temblaba cada vez que fruncía el ceño y la miraba con ojos entrecerrados.
-No vas vestida de blanco -le dijo, con cierta brusquedad.
Ella tragó saliva, y se miró el vestido azul claro que había elegido para la ocasión, porque ese color disimulaba un poco las formas de su cuerpo, que poco a poco iban aumentando en volumen. Llevaba un sombrero haciendo juego, un sombrero de fieltro con una flor azul a un lado y un velo que caía sobre la frente. Cuando Wilma trató de convencerla para que se vistiera de blanco, ella se negó en redondo. Habría sido una hipocresía ir vestida de blanco. No porque se sintiera impura, sino porque aquella boda no era, para nada, una boda romántica. Se casaba sólo por cumplir una promesa.
-No -respondió ella-. No voy de blanco.
Y le respondió de forma tan escueta, no para desafiarlo, sino por miedo, porque Tom Kaulitz le aterrorizaba. _____ nunca había conocido a un hombre que la intimidara tanto como el hermano de Bill. Ni siquiera Joe, su padrastro, le hacía reaccionar de aquella manera. Cada vez que él estaba delante, se acobardada, enmudecía o se sentía estúpida. A veces, incluso tartamudeaba, que era por lo que siempre intentaba responder con monosílabos.
-Tú puedes ir vestida de blanco si quieres -gruñó él-. Toda la culpa la asume mi hermano.
_____ abrió sus ojos de color marrón oscuro ante aquella declaración del mal que Bill supuestamente le había hecho. Quizá le tendría que haber dicho que estaba casado, pero la verdad era que nunca trató de seducirla, ni tampoco intentó aprovecharse de su juventud, ni forzarla en contra de su voluntad. Se metió en su cama consciente de lo que estaba haciendo, y lo habría hecho si hubiera tenido más ocasiones. Pero no las había tenido, claro. Bill se había hundido al día siguiente y a las pocas semanas desapareció para siempre. Nunca conocería a su hijo... Los ojos se le llenaron de lágrimas.
-Venga, no llores -le ordenó Tom, sacándose un pañuelo blanco del bolsillo de su chaqueta-. Lo hecho, hecho está. No dejes que se te estropeen esos ojos tan bonitos--Al oír aquel cumplido se sonrojó, y más cuando sintió el contacto de los dedos de aquellas manos tan grandes de Tom al darle el pañuelo.
Aquella era otra de las cosas de aquel hombre que la intimidaban. Su tamaño. Era un hombre inmenso. Y no sólo era la altura, sino su constitución, con aquellos anchos hombros y piernas fuertes y musculosas. Bill era un hombre menos corpulento, con unas manos muy elegantes, casi femeninas. Tom, si hubiera querido, la podría levantar del suelo como si fuera casi una muñeca.
-Gracias -le dijo, temblándole tanto la voz, como las manos, al secarse los ojos.
-¿Por qué siempre te comportas como si yo te diera miedo? -gruñó Tom.
Ella levantó la mirada, al darse cuenta de que en su tono no sólo había desesperación. Pero aquellos ojos marrones eran tan indescifrables y distantes como de costumbre.
-La verdad, yo, yo no... -susurró ella, tartamudeando.
Se sintió culpable. La verdad era que aquel hombre se merecía sin duda otra respuesta, que aquel nerviosismo cada vez que él estaba a un metro de ella. La forma en que la había tratado desde la muerte de Bill había sido impecable, Se la había llevado a vivir a su casa, le había dado todo lo que necesitaba, incluso le había procurado la amistad de su secretaria, para que de esa manera no se sintiera sola. Y además, estaba a punto de darle lo que ninguna otra persona podía ofrecerle. Un apellido, el de los Kaulitz, para su hijo. El apellido de su amado Bill. Lo menos que podía hacer era mostrarle gratitud, no miedo. Al fin y al cabo, él no le pedía nada a cambio. Tan sólo se iban a casar por conveniencia, y se separarían pasado un tiempo prudencial.
-Sonríe, entonces -le ordenó él.
Su fuerte no era precisamente disimular. Cuando Tom suspiró, _____ dejó de sonreír, sintiéndose de nuevo desgraciada. Tan sólo con el esfuerzo sobrehumano que hizo, logró no echarse a llorar. Le puso una mano en el hombro, con la misma firmeza que el tono de su voz.
-Vamos, la gente está esperando.
-¿La gente? Pero si yo pensé que... -le dijo, sintiéndose asustada.
-Por favor, no me malinterpretes. Cuando digo gente, no me refiero a una multitud. Tan sólo está mamá, Harvey, Wilma, Maud y el juez de paz. ¿Vale? -le preguntó, con infinita paciencia.
Ella asintió con la cabeza, aunque por dentro se sentía como si la llevaran a la horca.
-¿Vamos, entonces?
-Supongo que no hay más remedio -le respondió resignada.
_____ se dio cuenta de que para el hermano de Bill todo aquello también era un tanto difícil. Había hecho todo lo que había estado en su mano por ocultar su frustración con ella y con la situación en que le había colocado su hermano. Estaba claro que detrás de aquella actitud tan distante que adoptaba con ella se escondía un sentimiento de fastidio. Aquel pensamiento la molestó, tanto que cuando Tom le llevaba hacia la escalera, se sintió obligada a decir algo.
-Tom -empezó, esforzándose todo lo que podía para no tartamudear, o quedarse atascada al pronunciar su nombre. Por desgracia, él se paró y la miró, que era lo último que ella hubiera deseado que hiciera. Aquella mirada fría la sacaba de quicio.
-¿Qué?
_____ se humedeció los labios, antes de poder continuar hablando.
-Tan sólo te quería expresar mi gratitud por todo lo que estás haciendo. También quería decirte que en cuanto podamos te dejaré libre.-- ¡Por fin, había logrado terminar una frase! Incluso fue capaz de sonreírle.
Pero sin embargo aquello no pareció cambiar nada, porque él le dirigió una mirada más fría que nunca. De pronto se sintió desconsolada, cuando Tom le confirmó sus sentimientos. Nada de lo que pudiera decir o hacer, podía complacer a aquel hombre.
-Yo creo, _____ -le respondió con tranquilidad-, que Bill deseaba un acuerdo más permanente, cuando te propuso este matrimonio. Quería que su hijo llevara el apellido Kaulitz, pero también quería que fuera criado como un Kaulitz, con todas las ventajas que eso pueda tener. Me doy cuenta, sin embargo, de que puede que quieras encontrar a un hombre como Bill, y por eso te propuse que nos divorciaríamos tan pronto naciera el niño. Pero por mí no te sientas obligada a ello.
-Pe... pero, es que yo no pudo estar casada contigo -protestó ella-. No para siempre.
-No es eso lo que te estoy sugiriendo -le dijo, encogiéndose de hombros-. Lo que te estoy diciendo es que por mí no tienes que darte ninguna prisa. Ya has pasado aquí algunas semanas y no has distorsionado mi equilibrio. Es más, creo incluso que has encajado muy bien en la casa. A Maud y a mamá les gustas mucho. Y dado que yo no tengo pensado casarme otra vez, puedes quedarte aquí viviendo, casada conmigo, el tiempo que desees.--- La miró y le sonrió con cierta ironía, antes de seguir diciendo:
-Y si lo que te preocupa es mi vida sexual, no tienes razón para ello. Nunca he tenido problemas para encontrar una mujer que satisfaga mis deseos, y no veo la razón por la que no la voy a encontrar en el futuro. Naturalmente, procuraré ser discreto. Y espero que tú hagas lo mismo -finalizó.
Ella se quedó mirándolo, con los ojos como platos. ¿Estaría dándole a entender lo que ella estaba pensando? ¿Creería aquel hombre que embarazada de cuatro meses como estaba, ella se pondría a buscar a...?
-No creo que puedas preocuparte por mí -le espetó, sintiéndose furiosa-. Yo quería a Bill y lo amaré siempre, hasta que me muera. Nunca habrá otro hombre en mi vida. ¡Nunca!
Tom la miró y sonrió con cierta ironía.
-Un sentimiento muy romántico, pero que no es nada realista. Tan sólo tienes diecinueve años, _____. Eres todavía muy joven y no tienes experiencia. Algún día conocerás a otro hombre.
-Es posible -le respondió, acalorada-, pero seguro que no lo voy a encontrar durante los próximos cinco meses. No sé, cómo se te ha ocurrido decirme algo tan desagradable. ¡Llevo dentro de mí al hijo de Bill!
Sus miradas se cruzaron y _____ hubiera jurado que algo oscuro se escondía detrás de aquella mirada fría y calculadora.
-¿Pasa algo, Tom? -preguntó alguien, desde la parte de abajo de la escalera.
AKII ESTA EL PRIMER CAP OK? EN LA NOCHESITA O COMO A LAS 6 LES SUBO EL SEGUNDO SI VEO BUENOS COMENTARIOS :D GRACIAS X PASAR
siento que debo de comentar...porque esta increible...la estoy coemnzando a leer.....
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